Cuenta la leyenda que Narciso, un joven muy apuesto
y bello había rechazado a la ninfa Eco.
La diosa de la venganza Némesis, indignada por ello condenó a Narciso a quedar
enamorado de su propia imagen y a ser incapaz de amar a otra persona. Así fue
cuando un día vio reflejada su propia imagen en un lago, a partir de entonces
ya no pudo separarse de ella hasta que un día cae al agua y muere ahogado
atraído por su propio reflejo. En el lugar de su muerte nació una bellísima
flor, el narciso.
De
este mito se conocen varias versiones pero todas hacen referencia al
enamoramiento de sí mismo y morir ahogado en un lago o estanque y la aparición de la flor.
Al igual que Narciso muere cayendo al
agua al inclinar la cabeza para ver su propia imagen, esta bella flor parece también
inclinarse si no para verse a sí misma, sí para que al verla recordemos
a Narciso porque ella es igualmente bella.
Esta
flor perteneciente a la familia de las Amarilidáceas posee seis tépalos blancos, una
corona anaranjada en el centro y desprende un agradable aroma. Puede alcanzar
los 20 cm de altura, las hojas aparecerán después de las flores. No muy
abundante aquí pero sí podremos llevarnos la alegría de encontrar alguna si
buscamos allá por el mes de noviembre.
Especie muy
próxima al N. obsoletus y que podría confundirse con él, pero este se da sobre
todo en el sureste peninsular.
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