Mandragora autumnalis
Esta curiosa planta de grandes hojas verdes y flores blanco-violáceas, está rodeada de misterio y leyenda.
No es aquí una planta abundante pero sí la podremos encontrar en los meses de noviembre y diciembre con cierta frecuencia, sobre todo en la cara norte.
Pertenece a la familia de las solanáceas, a
la que también pertenecen otras muy conocidas de nuestras huertas como son los
tomates y pimientos. Aunque estas nos la comemos en buenos picadillos, sin
embargo la mandrágora cuyos frutos son como pequeños tomatillos, resulta ser
muy tóxica por su alto contenido en alcaloides (atropina).
Es conocida desde la antigüedad utilizada para fines curativos y en los
rituales mágicos de las brujas. Las alucinaciones y los “viajes” que éstas
realizaban a lomos de sus escobas, se lo debían a esta planta.Su raíz posee unas ramificaciones que los antiguos quisieron ver en ella una figura humana. A menudo se bifurca en dos, que se correspondería con las piernas de una persona, lo que le da cierta forma antropomórfica.
La leyenda cuenta que al ser arrancada, ésta emitía
unos gritos que llegaban a enloquecer a la persona que lo hacía. Por ello
existen dibujos y escritos antiguos con la forma de proceder para arrancar una
mandrágora sin sufrir daño: amarrar un perro hambriento a la planta y poner un
trozo de carne cerca para que éste tire para alcanzarlo y acabe sacándola. De este modo el que
enloquecería sería el perro y el dueño podría recoger la planta.
Además se cuenta también que aquel que poseyera
una mandrágora, sus raíces se transformarían en hombrecillos que protegerían a
su dueño.
Primer plano de una flor |
También fue utilizada con fines medicinales,
como analgésico y, en tiempos de Plinio como anestésico. Como analgésico en dolores
de reuma, para producir el sueño y sus hojas machacadas, como emplaste para las
úlceras…
A esta planta han hecho referencia autores
desde Maquiavelo a J.K.Rowling en su novela de Harry Potter.
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