domingo, 30 de enero de 2011
LA ENCINA
(Quercus rotundifolia)
ADENTRÉMONOS EN SU
HISTORIA
Hubo un tiempo en que toda la península
Ibérica estaba cubierta de frondosos bosques, siendo muchos de ellos encinas.
Estas grandes espesuras provocaban en los hombres sentimientos de temor, miedo
e indefensión que les llevó a situar en ellos espíritus y dioses, a
reverenciar a los árboles y hacer de los bosques algo sagrado. Se han encontrado
escritos haciendo referencia a una antigua ley de prohibiciones, normas y
castigos para la protección de encinares sagrados que sin duda debió haber
bastantes en la península.
No es de extrañar que estos árboles
estén tan unidos a la cultura popular y que hayan sido objeto de rituales de
adoración, de leyendas etc..
Los celtas la llamaron “ kaërquez “,
que significa árbol hermoso, de la que proviene su nombre genérico
“Quercus”. Fue para ellos árbol sagrado y en la península Ibérica recibió
culto por parte de los celtíberos.
Los druidas, sacerdotes celtas, eran
grandes sabios y conocían muy bien los árboles. El mismo nombre de encina parece
ser que proviene de esta palabra druida, “dryadas” que significa “ sacerdotes
de las encinas” o de los robles. Para ellos era el árbol de la vida, un árbol
bendito que podía curar enfermedades y en donde ellos además realizaban sus
rituales y reuniones . Se dice que solían comer bellotas antes de realizar sus
profecías.
Los druidas en sus rituales danzaban
alrededor de una encina. Los griegos celebraban sus reuniones en las que se
tomaban las decisiones más
importantes bajo una
encina sagrada. Cerca del santuario dedicado a Zeus en Épiro practicaban la
adivinación oyendo el murmullo que producía el viento al pasar entre las hojas
de una gran encina. En la Edad Media simbolizaba la inmortalidad al considerar
su madera imputrescible.
En la tradición celta si un enfermo era
pasado entre las hendiduras de la corteza de una encina, este sanaba. Creencia
ésta, practicada hasta no hace tanto tiempo en algunos lugares en las que si a
las doce en punto de la Noche de San Juan a los niños herniados se le hacía
pasar por una encina hendida, curaban.
Creencias y tradiciones ya perdidas,
como la de quemar en las noches de navidad un tronco de encina al que se le
derramaba vino tres veces, sus restos y cenizas protegerían la vivienda de
tormentas y sanarían enfermedades.
Es evidente que el fin último de todas
estas tradiciones era la de que el espíritu del árbol con su poder,
intercediera por ellos y les otorgara su benevolencia. Todas estas creencias
fueron poco a poco desapareciendo con la llegada y expansión del cristianismo
y su doctrina.
Vestigios de estas tradiciones los
podemos ver rastreando en las distintas apariciones de vírgenes en árboles,
sobre todo encinas a partir del s.XIII, en plena reconquista.
Descendientes de aquellas encinas
sagradas son las que hoy podemos ver en Pilares. Es el árbol más
característico, el que se da en mayor número y el que conforma por tanto el
aspecto general del paisaje junto con el acebuche y arbustos como la coscoja,
el lentisco o el mirto. Perteneciente a la familia de las Fagáceas, la
subespecie de encina que aquí nos encontramos es la Quercus rotundifolia.
Sus hojas son coriáceas, elípticas,
con el haz brillante y el envés blanquecino y pubescente (con pelitos), de
márgenes dentados incluso espinosos hasta enteros.
Estas se ven atacadas en gran número
por un insecto (díptero) que les produce unas excresencias, pequeños bultos
llamados agallas y de las que hablaremos más adelante.
Sus flores masculinas en amentos
colgantes, son amarillentas reunidas en inflorescencias. En la época de la
floración, las encinas se llenan de estos amentos por lo que toman un color
amarillento.
Flores masculinas (Amentos) |
Las flores femeninas nacen sobre los
brotes del año y solitarias o en grupos de dos. El tipo de polinización es
anemógama (a través del viento), cosa que podemos comprobar agitando una de
sus ramas, se desprenderá una nube de polen que se irá dispersando con el aire
hasta hacerlos llegar a los órganos femeninos de la flor.
El
fruto de la encina es la bellota, utilizados tradicionalmente
para alimentar a los cerdos. Algunas encinas producen bellotas bastante dulces
por los que también el hombre las come, aunque no debe abusarse de ellas por la
presencia de taninos que pueden provocarnos problemas intestinales.
Bellotas a madiados de Julio |
La encina, que la conocemos también con
el nombre de chaparro, es una planta especialmente adaptada a los rigores del
clima que aquí padecemos, sobre todo en verano (altas temperaturas y falta de
agua). Toda ella está en función del ahorro de agua y protección del
calor.
Esta cutícula que cubre la hoja por el
haz hace que disminuya la evaporación del agua y la borra de pelos grisáceos
que cubre el envés, protege a los estomas (pequeñas aberturas por la que las
plantas realizan el intercambio de gases y vapor de agua) que allí se
encuentran, permitiendo así una menor pérdida de agua.
Este árbol además utiliza otras
estrategias para soportar los rigores del clima. Cuando el agua más escasea,
cierra los estomas minimizando así al máximo la pérdida de agua, incluso se ha
comprobado que las encinas trabajan más a primeras horas de la mañana y las
últimas de la tarde realizando la fotosíntesis en esas horas de menos calor,
mientras que en las horas centrales del día cierra los estomas y se reduce la
actividad fotosintética.
La naturaleza nos aporta ejemplos
como este de la encina de los que debiéramos aprender; cuando no se dispone de
muchos recursos, no arriesgar, adaptarnos y aprovechar los momentos
favorables.
No debemos confundir la encina con la
coscoja, especie asociada y perteneciente a la misma familia que también abunda
mucho en Pilares. Distinguirlas cuando adultas es fácil, pues la encina es un
árbol y la coscoja un arbusto. Cuando la encina es joven la podemos confundir ya
que ésta entonces posee unas hojas punzantes como las de la coscoja . Se trata
de una adaptación al medio que utiliza como mecanismo de defensa para evitar
ser comida por los animales cuando todavía su porte es bajo. A medida que el
árbol crece y sus hojas están lejos del alcance de los herbívoros van perdiendo
esta característica. Lo que no ocurre en la coscoja que al ser un arbusto
presenta siempre un porte bajo y hojas espinosas.
También el fruto de la coscoja es una
bellota como el de la encina pero se distingue del de ésta porque presenta una
caperuza que llega hasta la mitad del fruto y con escamas punzantes. En la
encina el capuchón cubre sólo una tercera parte y no posee escamas.
Una última diferencia que podremos
apreciar es que el envés de las hojas de la encina como ya hemos visto está
cubierto de pelo blanquecino-grisáceo y en la coscoja es de un verde brillante
sin vello.
USOS Y PROPIEDADES
MEDICINALES
La encina ha sido utilizada de siempre
por el hombre. Con su madera, muy dura y capaz de resistir el peso y la
humedad ha fabricado herramientas, como mangos de azadas, arados, carros o
vigas.
La madera también tiene muy buena
combustión por lo que es muy utilizada para el fuego de chimeneas ya que
desprende mucho calor y también para producir carbón vegetal.
Sus frutos, las bellotas, son también
utilizados en la alimentación de cerdos dedicados a la producción del jamón de
bellota, muy apreciados por su sabor y aroma. Las más dulces son también
consumidas por el hombre como frutos secos. Son ricas en hidratos de carbono,
siendo su composición química la siguiente:
- Agua 30%
- Hidratos de carbono 52% (9% fibra)
- Lípidos 8%
- Proteínas 5%
- Calcio 70 mg/100 g
- Potasio 600 mg/100 g
- Fósforo 80 mg/100 g
- Hidratos de carbono 52% (9% fibra)
- Lípidos 8%
- Proteínas 5%
- Calcio 70 mg/100 g
- Potasio 600 mg/100 g
- Fósforo 80 mg/100 g
La corteza y las agallas son ricas en
la producción de taninos, sutancia que cumple funciones de defensa por resultar
ser tóxica para los herbívoros. Sin embargo se ha utilizado para curtir pieles
ya que los taninos reaccionan con las proteínas del colágeno de las pieles de
los animales uniéndolas entre sí. Esto le confiere resistencia al calor, a la
putrefacción y al ataque de los microbios.
Entre sus propiedades
medicinales, las agallas se han usado por su alta concentración en
taninos, para tratar enfermedades del aparato digestivo, indigestiones,
diarreas o inflamaciones del tubo digestivo. También aceleran la cicatrización
de heridas por poseer propiedades astrigentes (cicatrizantes,
antiinflamatorias y antihemorrágicas).
PLAGAS Y ENFERMEDADES
Aquí en Pilares las encinas son
atacadas por un coleóptero cerambícido, el Cerambyx cerdo y su primo el Prinobius myardi, ambos son de los escarabajos de mayor tamaño que
tenemos en la península. Este escarabajo durante dos o tres años que dura su
fase larvaria, excava en su interior una serie de galerías hasta que emerge al
exterior en forma de adulto dejando un agujero de tamaño considerable en el
tronco. Este rastro lo podemos seguir en muchas de las encinas de más
edad.
A pesar de que a veces son muchos los
agujeros que encontramos en un sólo árbol, parece que no hacen demasiado daño
al mismo, ya que este insecto se alimenta de la madera muerta sin llegar a
afectar al tejido vivo. Si bien, en algún momento puede llegar a hacer que se
desprenda alguna rama a consecuencia de la debilitación de la
madera.
Estos grandes orificios que dejan a la
vista los insectos adultos, a veces son aprovechados por otros insectos para
pasar al resguardo el duro invierno, como estas avispas de la foto (realizada en
pleno mes de Diciembre) que, en cuanto llegue la primavera saldrán en vuelo
para fundar cada una su propio
panal.
Antes de continuar con el apartado de
Plagas vamos a conocer qué son las agallas, ya que nos vamos a encontrar en este
árbol dos diferentes y alguna más en el lentisco y aladierno.
AGALLAS
Cuando la larva se ha
desarrollado, pasa al estadio de pupa y, normalmente en la primavera del
siguiente año, emerge el insecto adulto dispuesto a comenzar un nuevo
ciclo.
Ya que hemos conocido cómo se forman
las agallas, vayamos al insecto que provoca una de ellas y del que también
podremos ver sus
huellas.
Si miramos bien entre las hojas de una encina cualquiera, casi seguro veremos
algunas con unos pequeños bultos en el envés. Se trata de agallas que han sido
inducidas por un insecto díptero, la Dryomyia
lichstensteini. Los adultos de esta pequeña mosca aparecen en abril
y están volando hasta mediados del mes de mayo. Las hembras de esta especie
hacen una puesta de unos 150 huevos en los brotes jóvenes de ese año. Las
larvas que nacen a finales de mayo o principios de junio, comienzan a
alimentarse en el haz de las nuevas hojas. Como respuesta a ello y como
mecanismo de defensa del que acabamos de hablar, el árbol produce estas agallas
dentro de la cual este acaba completando su ciclo. Estas agallas son pequeñas y
duras, de forma ovoide y del mismo color que el resto de la
hoja.
Agallas inducidas por Dryomya lichstensteini |
Pero aún podremos encontrar otra agalla
más, pero esta mucho menos frecuente y no tan duras en las hojas o en las
flores masculinas de las encinas o también de las coscojas en primavera. Nos
llamará la atención porque cuando están maduras toman un color rojo brillante .
Se trata esta vez de un himenóptero, Plagiotrochus quercusilicis,
una pequeña avispilla cinípida.
Agalla inducida po Plagiotrochus quercusilicis |
Por último hablaremos también de su
fruto. Seguramente todos nos hemos topado alguna vez con una bellota que al
abrirla, nos encontramos un pequeño "gusano". Se trata de la larva de un
gorgojo, coleóptero curculiónido. La hembra de este insecto perfora la bellota
con su pico donde pondrá un huevo que empujará hasta el fondo del
agujero. Cuando esta
nace se alimentará de la bellota hasta que, pasado unos 40 días, la larva
abandona el fruto dejando un característico orificio de salida. Luego se deja
caer y se entierra en el suelo donde construye un lugar para invernar y poder
pupar a comienzos del siguiente verano. Fase que termina al cabo de
aproximadamente un mes o algo más, emergiendo a finales de verano o principios
de otoño, para comenzar un nuevo ciclo.
Dejemos que sea Antonio Machado el que
nos diga unas últimas palabras sobre la encina:
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo ante la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti parda encina,
con esa humildad que cede
sólo ante la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti parda encina,
Hola,
ResponderEliminarel cerambicido que aparece en la foto no es cerambyx cerdo. Pareceun Prinobius myardi
Atentamente
Tienes razón Enric. Aquí en la zona podemos encontrar al Cerambix junto a su primo Prinobius y esta foto se me había colado. Muchas gracias por tu comentario.
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